sábado, 20 de octubre de 2012

Crónica del encuentro del domingo 14 de octubre

El pasado domingo 14 el MLO de la Casa Provincial (Floresta) celebró el 15º cumpleaños del Movimiento Laical Orionita con una reunión a la que asistieron 22 miembros. También estaban presentes la Hna. María Jesús Nieva, Consejera Provincial a cargo de los laicos y las Hnas. María Gladys Bálsamo y María Ilsa Vallejo, designadas como asesoras espirituales del grupo.
Se dio comienzo compartiendo la Santa Eucaristía, que significativamente coincidió con la iniciación del Año de la Fe.
Luego de la bienvenida y la presentación de las religiosas, fue invitada la Hna. María Jesús a desarrollar el tema "San Luis Orione y los laicos", que fue ilustrando con la exhibición de diapositivas. Luego la Hermana continuó con un breve análisis de la documentación que da fisonomía al Movimiento Laical Orionita, tales como la Carta de Comunión y el Estatuto, deteniéndose en algunos puntos del Estatuto que recomendó ir estudiando en el andar futuro de la comunidad. Este momento fue matizado por canciones entonadas con alegría por los presentes.
Invitados a pasar al quincho se sirvió el ya tradicional "cafecito de Don Orione" con algunos dulces.

La Hna. María Gladys moderó una puesta en común de los participantes que contuvo anécdotas y pensamientos sobre la personalidad y las condiciones humanas de Don Orione y su obra.



El aroma de un rico asadito que ya estaba listo llamó a poner la mesa. Circularon fotos del inicio del grupo y no faltó el brindis, la visita de algunas hermanas y el saludo enviado desde Roma de la Hna. María Piedad, una de nuestras últimas formadoras.
El feliz cumpleaños y las velitas sopladas por todos los presentes dieron finalización a la jornada compartida en unidad y participación fraterna.

Damos gracias muy grandes a las religiosas que nos acogieron en su casa y a las hermanas que con mucho entusiasmo nos acompañan.
Un recuerdo cariñoso para las hermanas que otrora guiaron nuestros primeros pasos con sus sabios consejos, a quiénes para no cometer olvidos, no enumeramos, pero llevamos en nuestros corazones.
Gladis Salinardi
Coordinadora MLO Floresta

 

jueves, 18 de octubre de 2012

Encuentro de los Consejos de las PHMC y FDP

En el día de hoy los Consejos Provinciales de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad y de los Hijos de la Divina Providencia se han encontrado fraternamente en Floresta para acordar algunas líneas y áreas de trabajo en común para el mayor bien de ambas familias religiosas fundadas por Don Orione.

martes, 9 de octubre de 2012

Encuentro de Perpetuas en Capilla del Monte

Una vez más, un grupo de Hermanas nos dirigimos a nuestra casa de Capilla del Monte, los días 5 al 8 de octubre, para compartir lindos momentos de fraternidad.
Pudimos dedicar tiempo a la oración, al descanso y a los paseos.
Del documento Vida fraterna en comunidad:
 "Nº 28. No hay que olvidar, por fin, que la paz y el gozo de estar juntos siguen siendo uno de los signos del Reino de Dios. La alegría de vivir, aun en medio de las dificultades del camino humano y espiritual y de las tristezas cotidianas, forma ya parte del Reino. Esta alegría es fruto del Espíritu y abarca la sencillez de la existencia, el tejido banal de lo cotidiano. Una fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga. Muy pronto sus miembros se verán tentados de buscar en otra parte lo que no pueden encontrar en su casa. Una fraternidad donde abunda la alegría es un verdadero don de lo Alto a los hermanos que saben pedirlo y que saben aceptarse y se comprometen en la vida fraterna confiando en la acción del Espíritu. Se cumplen, de este modo, las palabras del salmo: «Ved qué delicia y qué hermosura es vivir los hermanos unidos...; ahí el Señor da la bendición y la vida para siempre» (Sal 133,1-3), «porque, cuando viven juntos fraternalmente, se reúnen en la asamblea de la Iglesia, se sienten concordes en la caridad y en un solo querer»"
A continuación, algunas fotos más que dan cuenta de nuestro viaje:








 



El 5 de octubre recordamos a nuestra Hermana María Plautilla (venerable)

HAN DICHO DE ELLA…

DIONIGI TETTAMANZI (Cardenal)

Don Orione hoy, septiembre de 2001

"Sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación", (Is. 12,3). El camino de la vida humana repite la larga marcha del pueblo hebreo en el desierto. Es un camino pesado, en efecto; interminable en apariencia. Porque está acompañado por un largo cortejo de pruebas, de sufrimientos, de tentaciones. Sin embargo el pueblo canta y camina.

La experiencia histórica del resultado positivo de aquel lejano peregrinar del éxodo bíblico, anima a los caminantes terrenales de cada tiempo a mirar con confianza la meta celeste por alcanzar. ¿Cuándo? ¿Cómo? Todo es incierto. Sin embargo los peregrinos de lo absoluto cantan y caminan.

Es interesante conocer el hecho de vida de una débil y joven criatura, cuyo camino en la existencia fue breve. Pero fue un canto de caridad percibido con claridad por cuantos le han sido cercanos, y con fascinación por cuántos sólo se han acercado brevemente y de lejos. Las ondas sonoras de la caridad y de la santidad tienen un dinamismo y una potencia de verdad misteriosa.

El camino de la vida de la Sierva de Dios, Sor María Plautilla Cavallo, ha estado marcado por el sufrimiento desde tierna edad, forjado por la fuerza de la caridad y consumado en la completa oblación en el arco de apenas 33 años de vida, 10 de consagración religiosa. Un heroico gesto de generosidad, mientras se encontraba gravemente enferma en su cama, por salvar a una enferma mental subida sobre el alféizar de la ventana, coronó su vida que llegó a la meta el 5 de octubre1947.

Provenía de la familia Cavallo, de Roata Chiusani, donde había nacido el 18 de noviembre de 1913 y le fue puesto el nombre de Lucía. Brotó como una de las muchas flores de su "provincia grande", Cúneo, rica en pastos verdes, que la vio crecer pobre y simple, regada de fatigas y sudores. La lozanía de aquella niña venía del Señor ya que, con singular madurez, apenas con doce años, ella supo reemplazar, en el cuidado de la casa y de los hermanitos, a la mamá muerta prematuramente, y no desdeñó duplicar las fatigas para contribuir al equilibrio familiar en una difícil supervivencia.

Este sentido materno de generoso cuidado de los otros la acompañó toda la vida. Más tarde, cuando los familiares alcanzaron cierta autonomía, pudo dar libre respuesta a la voz del Señor que la llamaba a la oblación total de sí. Respondió al Señor con la prontitud de quien está acostumbrado a obedecer y a darse activamente, sin tenerse en cuenta a sí misma ni a las exigencias. Voy a “hacerme santa a costa de cualquier sacrificio", escribió en los días de la decisión.

Se hizo religiosa de Don Orione. Su campo de contemplación y misión fue el Pequeño Cottolengo de Génova que yo tengo la gracia de conocer bien. No me es difícil imaginarla hoy en el rostro de alguna de sus hermanas de hábito que encuentro en aquella benemérita institución de caridad. Una de sus hermanas de entonces ha dicho de ella: "Veía bien todo, veía buenas a todas, atenta hacia todas las enfermas, se deleitaba en atender a las más repugnantes. Las peores eran las más amadas por ella, las tenía lindas y limpias, las quería felices, alegres; quería el orden. Todas querían estar con ella. Donde pasaba esparcía el perfume del buen humor."

Entre las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad de Don Orione se encontró a gusto y dio testimonio de aquel "recto saber” que edificaba a sus hermanas, a los internos y a la gente que entraba en aquella órbita. No era una religiosa extraordinaria, de las de los discursos en público, de las catequesis bien pensadas o de emprendimientos pastorales. No. Fue una de aquellas religiosas, como todavía hay muchas hoy, a las que se las quisiera tener junto a la cama del hospital o como madre para el hijo minusválido o cercana a los padres ancianos o como consejera discreta con su escucha y sus rosarios acompañados por un convincente “confiémonos a Dios y a la Virgen."

De aspirante o de hermana, sana o enferma, su vida puede encontrar la síntesis simbólica en el humilde y generoso gesto oblativo del muchacho del Evangelio que le dio a Jesús sus cinco panes y dos peces, medio de una providencia que no venía de los propios recursos sino más bien de aquellos más abundantes de Dios. Siempre dio 'todo' y aspiraba a Dios su 'Todo', con sincera y sentida piedad. "La verdadera piedad, - escribió en sus apuntes de vida espiritual -, no consiste en tantas reverencias y tantas manifestaciones exteriores, sino en tenerla dentro, de verdad. Ser a la buena, simple. El Señor agradece la alegría de corazón". Y añadía: "Sin esta virtud no se va al Paraíso. El Señor juzga rigurosamente sobre esto: hacer el bien a todos, el bien siempre, el mal a ninguno". Eran las palabras que, como bien sabemos, tenía en la boca y en el corazón su Don Orione, cerca del cual Sor Plautilla se formó. Alguien que conocía bien a ambos la definió curiosamente como "Don Orione vestido de Hermana”.

Amo ver y recordar así a Sor María Plautilla, como un "orionina" en el sentido que ha asumido este adjetivo: simple, pronta, a la buena, toda sacrificio, de piedad sólida y encendida pero sin apariencias, siempre activa y olvidada de sí porque era toda y sólo de Jesús.

Dionigi Card. Tettamanzi, Arzobispo de Génova, Génova 14 de junio de 2001

SEVERINO POLETTO (Cardenal)

La vida de esta religiosa puede encontrar su síntesis simbólica en el humilde pero generoso gesto oblativo de la viuda del Evangelio (cfr. Mc 12,41-44). Ninguno la había notado, su gesto de dar era discreto, casi tímido, sin ostentaciones. Pero Jesús, que se había puesto allí para observar, quiso ponerla en evidencia justamente porque ella había dado más que todos, ya que habiendo ofrecido dos moneditas, poca cosa, había dado todo lo que tenía.

Creo que Jesús podría decir algo más de esta “esposa” suya que ofreciendo con totalidad ha dado a Él y a los hermanos más pobres toda su breve pero intensa vida.

Se ha dicho que Sor María Plautilla ha realizado en sí misma el ideal de religiosa que soñaba Don Orione, sobre todo por el estilo de dedicación total al Señor y a los hermanos, hecha de humildad, escondimiento, silencio, oración y exquisitez de caridad. En ella lo ordinario llegaba a ser el espacio cotidiano de un heroico cumplimiento de la voluntad de Dios con un estilo que dejaba transparentar toda su limpidez y riqueza interior.

Todos estamos llamados a la santidad (LG 40) y tenemos aquí una prueba de cómo este ideal es posible aún sin hacer cosas excepcionales. El ejemplo de esta humilde religiosa sirva de estímulo a muchas personas que conocemos comprometidas en los varios campos de trabajo apostólico, sobre todo en el de la caridad, y que necesitan cada vez más de testimonios para poder creer en la posibilidad y el deber de ser santos en lo terrible y monótono de lo cotidiano.
 
BRUNO GALVANI (Historiador)

Haber dado todos sus días y tantas vigilias nocturnas, el propio cuerpo y la propia alma al cuidado de enfermas mentales crónicas y de epilépticas, a la limpieza y a la higiene de tantos físicos deformados, es ya tocar el umbral de una dimensión heroica. Pero vivir aquel alienante cotidiano en un espíritu de perfecta alegría, haciendo vida la máxima de Don Orione, según la cual "nuestros Pobres son nuestros patrones. Tenemos que servirlos de rodillas" quiere decir entrar en la dimensión de la santidad.

Fue una Misionera de la Caridad que, en vez de hacerlo en tierras de lejanos continentes, testimonió su amor evangélico en un pasillo hospitalario del propio pueblo.

En: Messaggi di Don Orione ( www.donorione.org )