Queridísimas Hermanas,
Queridos hermanos, familiares y amigos todos!
Con el corazón lleno de alegría y de gratitud, he querido dirigirles estas palabras a todos ustedes, justamente al inicio de la Novena de la Virgen de la Guardia, porque no podemos tener un marco más bello, más querido y más cercano a nuestro carisma, que la fiesta de María, en Tortona, cuna de nuestra Congregación!
Sin duda alguna, también nuestro amado Fundador San Luis Orione, compartirá desde el cielo el evento que hoy vengo a abrir, o sea, el inicio oficial del trienio de preparación a la celebracion de nuestro Centenario de Fundación, en el 2015.
La Divina Providencia nos ha abierto el camino para poder dar inicio a este trienio el día 23 de agosto, en el contexto y en el clima de la tradicional Novena que precede la solemne Fiesta de la Virgen de la Guardia.
Según las indicaciones de nuestro Capítulo general, se constituyó inmediatamente la Comisión para el Centenario (Actas XI C.G., Decisión 8) la cual, bajo la guía de la Consejera general Sor M. Bernadeth Martins de Oliveira, asumió con gran entusiasmo y responsabilidad la programación general de estos tres años que nos conducen al Centenario y, de manera particular, la preparación del próximo día 23, con la celebración inicial en Casa Madre, en la Capilla de las 400 Liras, la animación de la oración del Santo Rosario, y la Celebración Eucarística en el Santuario de la Guardia, junto a María y a Don Orione, como pueden ver en el afiche de invitación que ya han recibido.
Además, y para identificar este tiempo y unirnos espiritualmente, se ha preparado el “logo” del Centenario y una Oración específica.
El “logo”
El “logo”, hecho público por primera vez al comienzo de la presente carta, quiere ayudarnos a hacer memoria, a través de su simplicidad y profundidad, de nuestra identidad, de nuestra misión y del evento de los 100 años de Fundación, 1915 / 2015.
“¡Oh Misioneras de la caridad, ustedes son hermanas llamadas por la mano de Dios para esparcir la caridad en el corazón de los enfermos, de los rechazados! ¡Oh, cuánto bien están llamadas a hacer: a esparcir la caridad, a beneficiar…Vayan, siembren la caridad de Jesucristo con las palabras, con sus obras, sacrifíquense, hagan holocausto de sus vidas…”.
En estas paternales palabras de Don Orione encontramos una síntesis perfecta de aquello que es la razón de nuestra existencia como PHMC en la Iglesia y en el mundo. En el “logo” del Centenario está espléndidamente representada la Caridad de Dios que resplandece y brota de la Cruz de Jesús, se prolonga a través de nuestra vida, de nuestras manos, de nuestras obras de misericordia, y colma la Iglesia de buenos frutos. La Caridad es el instrumento a través del cual acariciar y curar al hermano, a través del cual evangelizar, a través del cual se está abierto al mundo y se es parte del mismo, a través del cual Cristo es amado y servido en los pobres, y a través del cual los pobres experimentan el amor de Cristo y la maternidad de la Iglesia.
La oración…
La oración para el Centenario quiere ser también un símbolo que nos una espiritualmente y nos prepare a vivir este evento con un espíritu dócil al Espíritu Santo, generoso en el don de sí y abierto a Dios y a los hermanos.
Es un instrumento que, como el “logo”, podrá ser utilizado durante este Trienio, en cada iniciativa que nos conduce al Centenario.
La oración está dirigida a la Divina Providencia, porque todo cuanto ha sido realizado en estos 100 años y todo cuanto podrá ser realizado, es y será siempre obra Suya. La Divina Providencia ha guiado y guiará nuestros pasos por el camino de la bondad, de la verdad y de la belleza. Es el infinito amor de Dios Providente que ha hecho y hará obras grandes, a través de nuestra “pequeñez”.
Sólo por la confianza en la Divina Providencia hemos sido impulsadas, con un coraje superior a nuestras fuerzas, a sobrepasar con fe las fronteras de Italia y de Europa, para “llevar a Cristo al pueblo y el pueblo a la Iglesia de Cristo”.
Es en las manos de la Divina Providencia que ponemos una vez más nuestra vida y nuestras obras, nuestro presente y nuestro futuro, con la certeza de que todo es posible para quienes creen y se confían a Ella.
Quiero terminar agradeciendo a todos aquellos que están cerca nuestro en este itinerario y que colaboran con tanta generosidad, amor y alegría, para hacer bello y profundo el evento del Centenario.
Agradezco a todas las personas que, a través de los años, y todavía hoy, están a nuestro lado, y comparten la pertenencia a la Familia orionina y nuestra misión.
Invito a todas y a todos a agradecer, coralmente, a la Divina Providencia, inaugurando juntos la Oración por el Centenario:
Divina Providencia, que en tu infinita bondad has inspirado a San Luis Orione a dar vida a la expresión femenina de su carisma, a través de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, te damos gracias por este inefable don otorgado a la Iglesia y al mundo.
A ti nuestra alabanza por las Hermanas que, siguiendo los pasos del Santo Fundador, han vivido la historia de estos 100 años, y han colaborado con el proyecto del Padre, llevando la Caridad de Cristo a los pobres, a los pequeños, a los más alejados de Dios o más abandonados.
Dios Providente, ayúdanos a vivir el Centenario de fundación en fidelidad creativa al carisma, dóciles a las mociones del Espíritu Santo, y abiertas a los signos de los tempos y de los lugares. Que todas las PHMC, dispersas en los cuatro Continentes, sean portadoras de la “misericordia y de la gloria” que brotan del Corazón de Cristo, y testimonien con audacia la profecía de la caridad, de la comunión y del servicio.
Maria, nuestra Madre y Celestial fundadora, tómanos de la mano y plasma nuestra vida sobre aquella de tu Hijo Jesús, en la bondad, belleza y verdad, para reconducir a todos a la unidad en Cristo y en la Iglesia. Amén.
Que María, la Virgen de la Guardia, nuestra dulcísima Madre y Celestial Fundadora, “sea el modelo en el camino de la fe y del seguimiento de Jesús. A Ella consagramos toda nuestra vida, nuestras obras, nuestras comunidades”. A Ella confiamos nuestro itinerario y todas las iniciativas que se realizarán en las distintas Provincias y en los lugares de nuestra presencia como PHMC.
Maria nos tome de la mano y nos enseñe la docilidad al Espíritu, para que Dios pueda continuar a realizar en nosotras, como en Ella, “cosas grandes, porque Su nombre es Santo, y su misericordia se extiende a todas las generaciones sobre aquellos que lo temen” (Lc 1,49-50).
Por todo y por siempre: DEO GRATIAS ET MARIAE!
Hna. María Mabel Spagnuolo
Superiora general
Roma, Casa general 17 de agosto 2012.